Un plan de movilidad en construcción

Aurelio Martín |El Comercio 04.09.2022 Cuando hace dos años iniciamos los trabajos de elaboración del Plan de Movilidad Sostenible 2021-2030 tuvimos claro que estábamos ante un debate de ciudad. Las políticas de movilidad tienen la capacidad de transformar el espacio urbano y de incidir directamente en la calidad de vida y en la salud de las personas. Por eso no es algo extraordinario que una ciudad como Gijón se haya volcado en un debate que es suyo, como antes lo hicieron otras a lo largo y ancho del país.

Gijón lleva en realidad siete años debatiendo sobre movilidad, desde que el pasado mandato el gobierno de Carmen Moriyón tomara la acertada decisión de redactar un nuevo plan de movilidad para nuestra ciudad que no vio finalmente la luz por errores en su tramitación ambiental. Ello no quiere decir que los debates y los trabajos realizados fueran en vano. La filosofía y los objetivos de aquel plan sirvieron como punto de partida para redactar la versión inicial del documento que ahora estamos discutiendo.

Hacerlo así tuvo un sentido: el fallido plan de movilidad del pasado mandato contó con el consenso de todos los grupos políticos y de una amplia representación social. Partir por tanto de un marco estratégico y de unos objetivos compartidos por todos parecía una buena base sobre la que construir una nueva movilidad para nuestra ciudad a través de un plan que concretara actuaciones y aportara soluciones, y no solo recogiera declaraciones de intenciones.

La nueva planificación de la movilidad en Gijón tenía además otro reto: incorporar los objetivos de desarrollo sostenible definidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas y en la normativa comunitaria en el marco de los procesos de descarbonización, que fijan compromisos de reducción de emisiones para 2030 y 2050 a los que nuestra ciudad no es ajena.

Asumiendo estos principios -aprovechar el trabajo del mandato anterior e incorporar los planteamientos de las nuevas agendas urbanas-, el gobierno local se ha propuesto avanzar para definir un nuevo modelo de movilidad sostenible que mejore la calidad de nuestro espacio urbano, fomente los modos de movilidad activa, el transporte público y un uso eficiente del vehículo privado, contribuya a impulsar la actividad económica y haga frente a la emergencia climática.

El documento inicial del Plan de Movilidad Sostenible 2021-2030 responde a estos criterios y los concreta en nueve líneas estratégicas y cuarenta y seis actuaciones que son el resultado del trabajo técnico de una UTE formada por dos empresas, Antea Group y DOYMO, con años de experiencia en ciudades como Barcelona, Madrid, Valladolid o Vitoria, que trabajan en Gijón bajo la dirección facultativa de técnicos municipales.

El debate político y social debe servir ahora para contrastar las medidas que propone el documento y aportar otras nuevas que lo enriquezcan. Ese es al menos el planteamiento del gobierno, el mismo que sirvió para que la Ordenanza de Movilidad Sostenible fuera aprobada por dos tercios de los concejales de la Corporación: un debate sereno, en positivo e informado, que huya del ruido y la confrontación y que evite dar espacio a la tergiversación y el populismo, tan en boga en estos tiempos y a los que lamentablemente nuestra ciudad no es ajena.

Dos ejemplos de esto último son la supuesta eliminación de aparcamientos sin alternativas y la pretendida ausencia de participación en torno al plan. Sobre lo primero, un dato: el documento inicial propone la eliminación hasta 2030 de 1.439 plazas de aparcamiento en zona urbana como consecuencia de diferentes actuaciones, el 1,01% del total existente, a la vez que propone la creación de 3.715 nuevas plazas en aparcamientos subterráneos -algunos, por primera vez, en los barrios-, dirigidas preferentemente a residentes, y de otras 3.525 plazas en aparcamientos disuasorios.

Plantear alternativas de aparcamiento cuando resultaban necesarias debido a la eliminación de plazas por otras actuaciones ha sido la constante durante todo el mandato. La implantación del carril bus de La Calzada, en las calles Gran Capitán y Brasil, supuso la eliminación de aparcamientos y su creación en número superior de plazas en la calle Martín y su entorno. Al igual que las obras de la primera ecomanzana de la ciudad, en el mismo barrio, implicarán la reserva de plazas de estacionamiento para residentes en los aparcamientos del centro comercial y el centro de ocio ubicados en la zona.

En cuanto a lo segundo, el próximo martes se constituye el nuevo Consejo Sectorial de Movilidad Sostenible, un órgano de participación que tiene su origen en una solicitud del Foro de la Movilidad a la Secretaría General del Ayuntamiento para institucionalizar la participación ciudadana en el ámbito de la movilidad.

El nuevo consejo tendrá un papel protagonista a la hora de articular esa participación en el proceso de elaboración del Plan de Movilidad Sostenible 2021-2030, sumándose así a todas las iniciativas desarrolladas desde la fase de diagnóstico hasta ahora: encuestas, exposiciones, concursos de ideas, encuentros con asociaciones y entidades, jornadas sectoriales, reuniones de los Consejos de Distrito…, o los trabajos del propio Foro de la Movilidad a lo largo de más de veintidós reuniones que contaron con la asistencia del Gobierno local.

En conjunto, un amplio proceso participativo que complementan las diecisiete alegaciones presentadas durante el período de información pública que tenemos la voluntad de negociar con sus proponentes para incorporar todas aquellas medidas que contribuyan a conseguir los objetivos planteados.

Esta es la hoja de ruta para lo que queda de año. Antes de que finalice, Gijón debe contar con un plan de movilidad aprobado que defina entre sus medidas la implantación de zonas de bajas emisiones, una obligación derivada de la Ley de Cambio Climático, y que dé cobertura a las actuaciones financiadas con los más de nueve millones de euros recibidos hasta ahora de los fondos de recuperación y resiliencia de la Unión Europea para impulsar una movilidad sostenible.

Tras siete años de debate ininterrumpido, es el momento de que nuestra ciudad cuente con una planificación de la movilidad acorde a nuestro tiempo y con unos planteamientos lo suficientemente flexibles para que, sin renunciar a ninguno de los objetivos, pueda adaptarse a las diferentes coyunturas socioeconómicas y climáticas.

Ese es el compromiso del gobierno. Del resto de actores políticos y sociales esperamos que contribuyan al debate desde el rigor y con voluntad para el acuerdo. El plan de movilidad está aún en construcción.