Desde Izquierda Unida lo tenemos claro: con los trabajadores y trabajadoras por sus derechos y la justicia social.

Esta expresión de júbilo de la clase obrera lleva reuniendo desde el siglo XIX a millones de mujeres y hombres que reclamamos unidad de clase en las reivindicaciones laborales y sociales.
Trabajadores del mundo entero coincidimos en las movilizaciones que se convocan en este día con el objetivo común de acabar con las injusticias, con la falta de libertades y exigiendo mejores condiciones de trabajo; el derecho al empleo y la equiparación entre mujeres y hombres.
El carácter internacionalista del 1º de mayo supone unificar el mensaje reivindicativo y de clase frente a quienes pretenden difuminarlo haciendo apartados, dividiendo, mediante las condiciones sociolaborales, a la población trabajadora. Los que distinguen entre empleados a tiempo completo y trabajadores a tiempo parcial; temporales e indefinidas; trabajadores con empleo y desempleados. Y, sin embargo, solo la unidad nos acerca al éxito en la negociación y en la exigencia de mejores condiciones económicas y laborales. Para ello hemos de sumar, de participar activamente.
Quienes hace tiempo proclaman la inutilidad de los sindicatos de clase son precisamente los sectores empresariales explotadores. Los mismos que, como consecuencia de la crisis de la que dicen salimos -tras diez años de recortes, reajustes y eres-, han diezmado empleos y condiciones sociolaborales empobreciendo a la gran mayoría.
Son la banca, los grandes empresarios y los especuladores quienes, con la ventaja aportada por las reformas laborales del PSOE y el PP, han salido de la crisis macroeconómica. Al tiempo, las microeconomías, los salarios y las pensiones siguen sin formar parte de esa nueva y voceada bonanza. En ella destaca la ausencia de convenios laborales dignos y unas mínimas garantías de empleo que permitan la emancipación de los y las jóvenes; la necesaria estabilidad y ordenación del gasto de las familias y, en fin, la tranquilidad deseada en sus proyectos y compromisos: la planificación de su modo de vida.
Llamamos, pues, a una lucha pacifica y permanente para recuperar derechos y empezar a conquistar otros nuevos, aquellos que consoliden una redistribución justa de la riqueza y que reconozcan la igualdad de género avanzando en la senda hacia un nuevo país. Llamamos a una lucha que materialice los derechos sociales recogidos en nuestra constitución.
Así advertimos a este gobierno -sordo para con los débiles, encubridor de la corrupción y rescatador de bancos y autopistas antes que de personas- que habrá de escuchar a la mayoría social. De otro modo, el conflicto, tal y como advierten los sindicatos mayoritarios en esta convocatoria del 1º de mayo, estará servido: o reparto de riqueza o huelga general.
Desde Izquierda Unida lo tenemos claro: con los trabajadores y trabajadoras por sus derechos y la justicia social.